domingo, 6 de junio de 2010

Epoca Aborigen del Ecuador

El Paleoindio.

En el periodo Paleoindio (10000-600 a. C.), etapa del hombre temprano, el escenario ecológico se caracterizó por tres acontecimientos principales: el levantamiento de los Andes, la concomitante actividad volcánica y las glaciaciones pleistocénicas, que sobrevinieron sobretodo en los Andes septentrionales más que en los meridionales. La cuarta y última glaciación, denominada Wisconsin, comenzó hacia el año 24000 a. C.; y se prolongó hasta el 16000 a. C.; el predominio de un riguroso clima, con temperatura de 6-7 grados centígrados y precipitaciones anuales de 100- 400 milímetros, fue la principal característica de éste período. Luego de un proceso de calentamiento generalizado del planeta, ocurrido entre los años 12000 y 11000 a.C., el clima mejoró notablemente, al punto de que aumentaron las áreas de bosque en detrimento de las del páramo, lo que hizo menos hostil la vida de ciertas especies animales y vegetales.
Entre el 10000 y el 8000 a. C. Tuvo lugar el final del Pleistoceno en los Andes y el inicio de un nuevo período geológico climático, el Holeceno, que fue una etapa de transformaciones intensas en la evolución paisajística de las regiones naturales que existen actualmente en el Ecuador.

Los pobladores tempranos:

Cazadores - recolectores.

De las evidencias descubiertas por los arqueólogos en los diferentes sitios excavados en el territorio ecuatoriano se ha podido inferir que la caza y la recolección fueron las formas de utilización de los recursos naturales de los primeros pobladores del Paleoindio. En la región interandina, los asentamientos de estos cazadores - recolectores fueron de carácter temporal y se desplazaron desde le norte, ocupando territorios que incluían el bosque montano y el páramo, los cuales constituyeron el inicio pisos ecológicos complementarios para la subsistencia. En la Costa, por el contrario, donde el control de los recursos era más variado, la pesca se unió a la caza y la recolección; los pobladores de esta región formaban bandas dispersas que, en ciertas ocasiones, se unían para la explotación de los recursos pesqueros.
La recolección en el Ilaló (provincia de Pichincha) y en Chobsi (provincia del Azuay), por ejemplo, incluyó frutas silvestres, que Ernesto Salazar detalla como “la uvilla”, el taxo, el nogal o “tocte”, la nigua, el capulí, granos de amarantáceas, como: El ataco, la “ashpa quinua”, el chocho. En comparación, el páramo ofreció pocos recursos alimenticios vegetales, pues su flora era más bien de carácter medicinal; y en cuanto a su fauna, se encontraron restos de venados, pumas, lobos de páramo. En cambio en Cubilán (en las provincias de el Oro y Azuay) los ocupantes de los campamentos - taller no tuvieron acceso a mayores recursos vegetales a causa de la geomorfología de la zona, por lo que se vieron obligados a obtenerlos en el bosque montano, rico en frutas silvestres.
La caza practicada por éstos habitantes tempranos se ha podido conocer por los restos de diversos animales que se han recuperado: zarigueya, conejo, puerco espín o erizo, cuy, perro, tapir o danta, venado, oso de anteojos y perdiz. Esta fauna - según señala Salazar - es considerada reciente u holocénica y su presencia indicaría que en el momento en que los primeros pobladores llegaron a estas tierras la megafauna había desaparecido, o bien que era tan escasa que resultaba mas rentable cazar especies modernas, como el venado, particularmente la especie paramuna de cola blanca. Los hallazgos de restos de estasa especies de altura dan cuenta de que el páramo se redujo a ser la fuente de proteína animal. Otro animal objeto de caza fue el oso andino, que habría habitado las estribaciones orientales de los Andes, al igual que la danta.
Al parecer los cazadores del ecosistema andino incursionaron más allá del páramo sólo esporádicamente y hasta la periferia de la selva tropical, pues para ingresar a la selva hubieran requerido de adaptaciones culturales y medio ambientales que no poseían. En el Litoral, en cambio, los asentamientos habrían tenido mas bien carácter permanente, como debió de ocurrir en las Vegas (provincia del Guayas), en donde sus habitantes se establecieron a lo largo de todo el año. Su movilidad habría sido mas bien restringida, pues siempre hubo recursos disponibles. La recolección de plantas y la caza de fauna diversa fueron tan variadas que permiten hablar de una “economía generalizada y de amplio espectro”, antecedente directo de la domesticación, etapa en la cual se aprendió a manejar y transportar especies vegetales de unos nichos ecológicos a otros, dando así inicio a la horticultura. Así mismo, los habitantes de Las Vegas se alimentaban con la fauna del mar, de los manglares y del interior, haciéndose con especies como “la corvina, el atún, la lisa, el peje-sapo, el róbalo, el pargo, etc., reptiles como la boa y la lagartija; y mamíferos como el zorro, la cervicabra, el conejo y el oso hormiguero; moluscos, como la concha prieta”. De la fauna terrestre destaca el zorro, animal del cual se consumía la carne y se usaba la piel, y cuyos dientes se destinaban a ofrendas funerarias.

Técnicas de caza y tipos de vivienda

Como cazador especializado, el habitante temprano de la sierra ecuatoriana conoció muy bien como se comportaban sus presas. Los instrumentos de caza más utilizados fueron las lanzas con puntas de piedra, aunque los cazadores también recurrieron a las trampas y a los acorralamientos, como en el caso de la caza del conejo, de la que también participaban mujeres y niños. Por los restos hallados en la cueva de Chobsi, se supone que el perro también participaba en la cacería; al parecer, fue muy eficaz para la caza de venados y para el acoso de animales de talla mayor. Entre los materiales disponibles para la fabricación de los instrumentos de caza destaca el basalto, que se utilizó en la manufactura de instrumentos grandes, y la obsidiana, par la talla de los más delicados. En la Costa, las técnicas de caza fueron menos sofisticadas que en la Sierra. Las puntas de proyectil se fabricaron en madera en el caso de Las Vegas, cuyos habitantes recurrieron, igual que los de la Sierra, al acorralamiento de animales, a las trampas o a los ataques sorpresivos a animales dormidos o enfermos.
Los cazadores - recolectores optaron por varios tipos de vivienda, desde el abrigo natural hasta casa construida. En el páramo se han encontrado abrigos rocosos y restos de refugios de madera en campo abierto, de estructura muy precaria, que se construían en pocas horas. También se construyeron chozas cubiertas con rama o con paja de cerro. En la Costa, Salazar señala que los habitantes construían “chozas de 150 a 180 cm de diámetro, con una “puerta” que se abría hacia el nordeste, construida como una colmena, con ramas flexibles unidas en la cúspide y con la pared cubierta de hierbas y ramas secas”.

El Formativo

El hombre temprano del actual Ecuador culminó el proceso de domesticación de plantas con el establecimiento de la agricultura como medio básico de subsistencia. Las ventajas que proporcionó la agricultura, sobre todo desde el punto de vista de la producción mayoritaria de alimentos, pesaron favorablemente en estas sociedades. Además, la presión demográfica sobre los recursos cada vez menores condujo al hombre a depender de una base de subsistencia menos aleatoria que la caza - recolección. Los grupos sociales empezaron a diferenciarse, y las técnicas utilizadas también respondieron a diferencias ecológicas. De todos modos, se mantuvo la estructura comunal y los vestigios hablan de una redistribución incipiente.
El periodo formativo (6000-500 a.C.) corresponde a sociedades más dinámicas e ingeniosas con una fuerte base agrícola, que gradualmente fueron extendiendo su esfera de acción por medio de relaciones comerciales a larga distancia. La concha Spondylus, por ejemplo, fue intercambiada desde épocas tempranas por los valdivianos con productos de las comunidades andinas o de las que habitaban en la ceja de la montaña. Su comercio se generalizó posteriormente, tanto en Meso América como en el Perú, esta concha denominada también mullo, es también una especie de las profundidades de los mares cálidos del pacífico oriental; su presencia y cantidad en las costas ecuatorianas desde Manabí hasta el golfo de Guayaquil obedece a la interacción entre la corriente fría de Humboldt y las aguas tibias del fenómeno de El Niño.
La existencia de esta gran cadena montañosa, la latitud en la que se halla el territorio ecuatoriano, la influencia del Pacífico y la presencia de la Amazonía generaron en el Ecuador las condiciones socioeconómicas - ambientales apropiadas para un desarrollo hortícola temprano, basado en el manejo de las plantas tropicales. Debido a esta multi variedad de ambientes, los agricultores incipientes pudieron aprovechar el área como un laboratorio natural para adaptar y desarrollar plantas que le fueran útiles como el maíz y el algodón. Esta fue también una de las áreas del Nuevo Mundo donde se desarrollaron técnicas de cultivo y preparación del suelo, muchas de las cuales se mantienen hasta el presente.
Principales Culturas del Formativo
En el período formativo los testimonios de la cerámica permiten una mejor comprensión de las relaciones más complejas que se establecieron entre el hombre y su entorno, detectándose con ello culturas tan sobresalientes como la de Valdivia Chorrera y Machalilla.
La cultura de Valdivia se asentó en la península de Santa Elena y es la cultura cerámica más antigua del Nuevo Mundo, su fecha más temprana se sitúa entre los años 3545 y 2000 a. C., en el sitio Real Alto. En cuanto a la extensión geográfica, sus asentamientos se ubicaron no solo en la península mencionada sino también en la isla Puná, en las provincias de el Oro y Manabí, y quizás en los limites meridionales de la provincia de Esmeraldas. La orientación económica de los valdivianos fue claramente agrícola (maíz algodón camote achira, maní, etc.). Según Salazar, la evidencia del cultivo del maíz obtenida mediante el análisis de fitolitos, en el mismo sitio de Las Vegas, es la más antigua que existe hasta ahora para el Ecuador y ha sido perfectamente corroborada por la información obtenida en las excavaciones de la aldea agroalfarera de Real Alto, en la que se encontraron evidencias de varias especies de maíz.
La cultura de Machalilla (3800-3200 a.C.) parece haber sido una filiación de Valdivia, por cuanto en ella también se han encontrado las características de ésta última. En tal caso, Machalilla, más que una cultura diferente, sería una fase intermedia entre Valdivia y Chorrera. El territorio sobre el cual se extendió esta cultura fue vasto, y por primera vez en el Ecuador se halaron vestigios de una misma cultura tanto en la Costa como en la Sierra (Cañar, Chimborazo, Loja, Cotocollao) y aún en la amazonía (Cueva de los Tayos), en donde se han descubierto conchas marinas de tipo Spondylus mezcladas con cerámica, lo que constituye un signo de interrelación de las diferentes culturas.

La Cultura Chorrera (3500 - 2500 a. C.) condensaría la interacción entre los diversos grupos sociales que habitaron en los variados ecosistemas del litoral, de la Sierra y seguramente también de la Amazonía; manifestaría un grado de desarrollo superior. En esta fase la actividad agrícola se habría intensificado y ampliado geográficamente: en las provincias de Esmeraldas, Manabí, Guayas, Los Ríos, El Oro, Pichincha, Chimborazo, Cañar y parte de la del Azuay se detecta, en forma directa e indirecta, la presencia de Chorrera.
Las innovaciones culturales de distinto género que caracterizan a esta cultura aparecieron y se difundieron en las fases del formativo: ollas esféricas y delgadas de la cultura Machalilla, que reaparece en Cerro Narrio, y las botellas silbato de Chorrera, en donde también se ha detectado la presencia de obsidiana importada.

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